“El presidente Roca hace negocios y su hermano ataliva”. Decía Sarmiento.
Ataliva Roca era el hermano mayor de Julio Argentino Roca y lo hizo célebre Domingo Faustino Sarmiento, quien inventó para el idioma argentino el verbo atalivar que significa: cobrar la coima. Decía Sarmiento que “El presidente Roca hace negocios y su hermano ataliva. Quería decir que Ataliva cobraba la coima.
Después del genocidio de los pueblos originarios, comenzó el afiebrado negociado de la tierra pública. La preferida será la Sociedad Rural Argentina, la misma de la actualidad. Su presidente de aquel entonces (1879) era el estanciero José María Martínez de Hoz, quien recibió del gobierno argentino 2.500.000 hectáreas.
Julio Argentino y Ataliva, repartieron 41.000.000 de hectáreas “conquistadas para el progreso” por el Ejército Nacional con el Remington importado de Estados Unidos, con tiros del fusil a repetición para liquidar a los “salvajes, los bárbaros”, en beneficio de los “civilizados”. El pensamiento de los hombres de Mayo convertido con el Remington en estancias para los nuevos dueños del país. Y la tierra se repartió entre los dirigentes de la Sociedad Rural (fíjese el lector cómo el poder de la tierra se ha mantenido a través de más de un siglo en los mismos apellidos, todos apellidos de las comisiones directivas de la Sociedad Rural en sus distintas épocas.
Sarmiento, en su artículo de El Censor, del 18.XII.1885, denunciará el gran negociado de los hermanos Roca con la tierra pública. Dice Sarmiento que la Campaña del Desierto “fue un pretexto para levantar un empréstito enajenando la tierra fiscal. Es necesario llamar a cuentas al presidente y a sus cómplices en estos fraudes inauditos”.
Julio Argentino le daba las tierras fiscales a su hermano Ataliva y éste las vendía por supuesto con la ganancia esperada. Todo fue un gran negociado. El mismo Sarmiento lo repitió varias veces (textual): “Quieren que el Estado, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra Iraola, a los Luro y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas”.
Los apellidos de siempre. Y más todavía, Sarmiento dirá también en El Censor: “El Ejército no ha servido durante la administración de Roca sino para avasallar las libertades públicas. Ataliva Roca, su hermano, es el proveedor de hace muchos años de los enormes ejércitos y de la armada, a más de las expediciones, guarniciones que se hacen en plena paz”. Y más adelante: “Póngase una cruz negra en el mapa de República, en cada uno de los puntos ocupados militarmente por un miembro de la familia Roca, ligados entre sí por los tentáculos viscosos de Ataliva, y saltará a la vista si el Ejército tiene otra misión en ese momento que la de asegurar el mando y la disipación de los caudales públicos a la familia Roca-Juárez Celman”.
Para eso se asesinó a miles de los pueblos originarios y se esclavizó a hombres, mujeres y niños. Y qué servilismo a los Roca demostraron todos los gobernantes que siguieron después. El poder de la tierra dominó. Nadie revisó ese período.
Cambio de nombre a la calle Ataliva Roca
Por eso, fue respirar aire nuevo en Morón cuando los vecinos en asamblea pública comenzaron a analizar la historia y a promover el cambio del nombre de la calle Ataliva Roca. Todo se inició en una contratapa de Osvaldo Bayer en Página/12, donde planteó la vergüenza societaria que significaba para Morón tener una calle con el nombre de Ataliva Roca, cuyo único mérito era el de haber sido hermano del general Roca y dedicarse a “atalivar”.
En la provincia de La Pampa una localidad se llama Ataliva Roca. (Foto de Noticias de Esquel).
Atalivar: Verbo intransitivo. Cobrar ilegítimamente una comisión por la realización de una transacción comercial con el Estado, aprovechando los contactos con éste.

Antonio Ataliva Roca nació en San Miguel de Tucumán el 10 de mayo de 1839 y murió en Buenos Aires el 21 de mayo de 1912). Fue un hombre de negocios, estanciero y político hijo del Coronel Segundo Roca y hermano de Julio Argentino Roca.
Actuó en las milicias formadas para la lucha contra el indio, sobre todo en Junín, tierra de avanzada sobre “el desierto”.
Ocupó los cargos de senador y diputado en la provincia de Buenos Aires, fue diputado nacional y director del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Vinculado con el mercado de tierras, su patrimonio arrojaba 20.500 has. en Junín, 58.000 has. en La Pampa, chacras y terrenos en las cercanías de Buenos Aires, La Plata y Bahía Blanca, acciones en varias compañías de seguros, de la marina mercante, de carruajes y automóviles, el 14% de los mercados del Pilar y San Cristóbal, títulos de la deuda de la provincia de Entre Ríos, 6 casas en la Capital Federal y los campos poblados con 40.000 ovinos 8.800 vacunos y 4.000 equinos. Sus bienes superaban los 10.000.000 de pesos moneda nacional.
Mausoleo de la familia Roca
Ataliva murió a los 73 años el 21 de mayo de 1912 en la ciudad de Buenos Aires, después de estar postrado durante cinco años parapléjico.
Genocidio
Según la publicación Racismo del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, “la llamada Conquista del Desierto de 1871 consistió en una campaña militar impulsada por el general Roca que implicó la matanza de miles de personas pertenecientes a los pueblos Tehuelche, Mapuche y Ranquel. La idea de ‘desierto’ supone la idea de lugar no habitado. En el caso de la campaña de exterminio llevada a cabo, el ‘desierto’ connotaba una mirada claramente etnocéntrica –criolla, europea– que no reconocía como pobladores a los miles de seres humanos que de hecho habitaban la Patagonia”.
En el mismo sentido, para el historiador Osvaldo Bayer dijo, “un genocidio es un genocidio y no se lo puede tapar con el eufemismo de llamarlo la ‘Campaña del Desierto’. También quedó en claro que además del genocidio era el robo de tierras.
Como sostiene el doctor Raúl Zaffaroni, “el genocidio indígena actual está invisibilizado por una cuestión de clase y etnia. El genocidio de los pueblos originarios no lo practicó sólo el colonizador, se viene practicando desde la emancipación, con múltiples tratados que se violaron con jefes indígenas, que el Estado no respetó. Todo eso amerita un reclamo de reparación interna. Nadie puede revertir lo que sucedió. Lo que podemos modificar en el plano interno es la propagación de ese genocidio. Se puede y se debe compensar hoy a quienes están sufriendo las consecuencias del genocidio pasado. Ese es un reclamo legítimo y es necesaria una reparación.”
Fuentes:
Página 12
Osvaldo Bayer
Roberto Samar. Docente de la Universidad Nacional de Río Negro. Licenciado en Comunicación Social (UNLZ)
Dr. Raúl Zaffaroni.




