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HOMENAJE. Una plazoleta de Esquel llevará el nombre de Osvaldo Bayer

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El Concejo Deliberante de Esquel aprobó por unanimidad la nominación de la plazoleta Osvaldo Bayer, a la ubicada en avenida Holdich entre el 500 y el 550.

Bayer fue historiador, escritor y periodista anarquista que nació en Santa Fe en 1927. Estudió Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania) y de regreso en la Argentina, trabajó intensamente en el periodismo. Durante la dictadura fue perseguido por sus obras y debió exiliarse en Alemania.

 

En Esquel

Bayer vivió en Esquel donde se desempeñó como redactor de prensa entre los años 1958 y 1959, primero en el diario “Esquel”, de donde fue despedido por desavenencias con el director y propietario del medio, ya que durante su estadía en Esquel se dedicó a publicar denuncias que revestían gravedad social junto al vecino Juan Carlos Chayep en el quincenario “La Chispa”. A raíz de su alto compromiso social, su reconocida labor en defensa de los derechos de los pueblos originarios y los Derecho Humanos, fue denunciado, perseguido y detenido, hasta que un día llegó la Gendarmería Nacional a su domicilio para expulsarlo de Esquel.

 

Solidaridad

En 2005 Bayer se solidarizó con el periodista de Noticias de Esquel, Andres Campos, quien fue seguido y amenazado por dos empleados en una camioneta de la empresa minera Meridian Gold. En ese momento Bayer se solidarizó con el periodista esquelense expresando en un mensaje “Expreso mi solidaridad con el periodista Andrés Campos que ha sufrido la intimidación y persecución de la Meridian Gold. Hace justo 47 años yo también, en esa querida Esquel, sufrí persecución por mis denuncias periodísticas y fui obligado a abandonar la ciudad por la Gendarmería. Algo absolutamente injusto y antidemocrático, como lo que le ha ocurrido a Andrés. El abrazo fraterno, desde Alemania, de Osvaldo Bayer.

Bayer en Esquel con el periodista Andrés Campos

Inauguración del museo

En abril del 2013 Bayer visitó Esquel en el marco de la celebración por los 80 años de funcionamiento del Honorable Concejo Deliberante de Esquel y participó de la inauguración del Museo Histórico de Esquel.

Ciudadano ilustre

Durante esa presencia en Esquel, Bayer fue declarado CIUDADANO ILUSTRE DE LA CIUDAD DE ESQUEL.

Charla en Melipal y aniversario NO A LA MINA

Además en esa oportunidad, brindó una charla en la Escuela 767 que tuvo una amplia concurrencia que colmó el SUM del establecimiento educativo y luego se trasladó al Centro Cultural Melipal, para apreciar la muestra de fotos y objetos, alusivos a los 10 años del movimiento NO A LA MINA.

Bayer sobre Esquel en Página 12

Luego de esa visita a nuestra ciudad en 2013, el periodista, escritor e historiador escribió sobre su viaje a Esquel en su tradicional columna de los sábados en la contratapa del diario Página 12.

Bajo el titulo “Otro triunfo de la ética” Bayer afirma que “La experiencia de Esquel queda como un telón de fondo sobre mi vida”

 

Otro triunfo de la ética

Tengo que repetir que no me gusta utilizar las páginas de este diario para hablar de mi persona. Pero esta vez lo voy a hacer porque no fue un triunfo mío, sino del pueblo de Esquel, esa bella ciudad chubutense a orillas de los Andes, ciudad que amo y seguiré amando para siempre.

El episodio ocurrió hace nada menos que 55 años. 1958, Esquel. En ese año me había propuesto ir a vivir a la Patagonia. Quería que mis cuatro pequeños hijos gozaran de la naturaleza y pudieran pasar una infancia plena de cielos abiertos, rodeados de árboles y verdes, montañas y estrellas brillantes. Me ofrecieron trabajar como director del diario Esquel y acepté. Gran alegría fue entrar en la nueva casa y percibir los largos silencios, el canto de los pájaros y esas lunas y estrellas para tocarlas con las manos.

Pero vino la otra realidad. La forma en que eran explotados los trabajadores de la tierra y los pueblos originarios. Y comencé a buscar la verdad y la justicia desde las páginas del diario que yo dirigía. Para mi sorpresa, comencé a escuchar las reconvenciones del dueño del periódico, que me exigía que siguiera la línea conservadora que el diario siempre había tenido. A los pocos meses, la situación se puso cada vez más difícil. Los dueños del pueblo y de la tierra me vieron como a un enemigo. Lo único que me proponía era denunciar las injusticias que se sufrían allí, en ese verdadero paraíso, que los seres humanos humillaban, ensuciando con su conducta ese cielo y ese paisaje. De pronto sucedió un hecho que prendió la chispa. Había llegado desde Buenos Aires un joven que amaba la naturaleza y había conseguido algunas hectáreas de tierras fiscales, con la intención de plantar nogales. Y lo hizo: plantó dos mil nogales. Un árbol noble de toda nobleza. Su madera y sus frutos. Toda generosidad. Arboles que necesitan más de una década para crecer y dar sus frutos. De manera que el joven no venía a hacer ganancias, sino a fundar algo nuevo: bosques de nogales en esa zona. Luego de larga espera, sí: gozar de esa plantación. Pero los poderosos vieron esto nuevo con malos ojos. De pronto, irrumpir en una zona donde sólo se criaban ovejas en grandes latifundios. Iba a venir primero la curiosidad y luego la imitación. Y eso a tales conservadores egoístas no les gustaba en absoluto. Así que una noche le pasaron el arado a los plantíos de nogales y destruyeron toda la obra de ese joven emprendedor.

Cuando me enteré, dediqué casi todo el diario en denunciar, con indignación pero con claridad, un suceso así, tan avieso. Era enfrentar una vez más –la definitiva– a los del poder omnímodo. El propietario del periódico me expulsó de la empresa y me hizo una terrible falsa acusación. Me acusó ante la Justicia de doble tentativa de homicidio con dos testigos falsos. Un canillita del diario y su propia empleada doméstica. Dijeron ante la Justicia que me habían visto pasar con armas por la casa del acusador y que les había preguntado a ellos dónde estaba él, el propietario del diario. Me llevaron preso a la comisaría de Esquel –que todavía está en el mismo edificio– y me pusieron en el calabozo. Pero no me fue tan mal. Resultó que el comisario –un hijo de emigrados galeses, esos que poblaron parte de Chubut– me hizo comparecer ante él y me preguntó de pronto si yo sabía jugar al ajedrez. Le dije que sí, la verdad. Entones me expresó: “Aquí, en el pueblo, nadie sabe jugar al ajedrez, lo que más me gusta en la vida. Lo voy a sacar del calabozo y puede dormir después en el sofá de mi despacho”. Acepté, por supuesto, para no morirme de frío en el calabozo. Y, por supuesto, me dejé ganar todas las partidas porque, si no, temía que me mandara a dormir al calabozo.

Realidades de pago chico, como se decía antes. Mi abogado –en tanto– confirmó contradicciones de los llamados testigos y logró que se me diera la libertad. Entonces procedí a fundar el periódico La Chispa, al cual titulé nada menos que “Primer periódico independiente de la Patagonia”. Y procedí a dejar en claro todas las injusticias de esa sociedad. Aquí fui ayudado por un grupito de jóvenes esquelenses que me dieron todo su apoyo. Nombro a uno de ellos: Juan Carlos Chayep, quien dio hasta dinero de su bolsillo para que el periódico pudiera ver la luz. Pudimos publicar doce números. Y entonces ocurrió lo increíble en un país, en ese momento, en democracia. Vinieron a mi casa dos oficiales de Gendarmería a comunicarme que el comandante de la región me daba 24 horas para dejar Esquel porque, si no, sería detenido “por crear inseguridad en la población de esta región fronteriza”. No me quedó otra salida que dejar la ciudad, pensando en mi familia y en las posibles consecuencias. Con mucho dolor abandoné ese lugar paradisíaco, pero poblado por seres así llamados humanos.

Y ahora, el triunfo final de la ética. Fui invitado por los maestros esquelenses a una serie de homenajes que se querían llevar a cabo para mi persona. Acepté. Fue como tocar el cielo con las manos. Vi triunfar nuevamente a la etica en la Historia. El Concejo Deliberante, con el voto y la presencia de todos los concejales pertenecientes a distintos sectores políticos, me entregó el título de “Ciudadano Ilustre de Esquel”. Es decir: de expulsado por la Gendarmería más de medio siglo antes a “Ciudadano Ilustre”. No lo podía creer. Y luego, la ceremonia de la inauguración del Museo Histórico de Esquel, donde figura mi querido periódico La Chispa, su historia y sus ejemplares. De prohibido antes a ese lugar de la memoria ahora donde concurren todos los colegios, los vecinos interesados en el pasado de esa región y los turistas. Luego di una conferencia histórica sobre la Patagonia en el Colegio Normal, convocado por los docentes, ante una concurrencia de centenares de personas. En las tres oportunidades dije que el homenaje lo dedicaba a mis queridos amigos Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Paco Urondo, desaparecidos por la brutal dictadura militar, que no pudieron ver en vida esa clase de homenajes a sus vidas y sus obras.

La experiencia de Esquel queda como un telón de fondo sobre mi vida. Después, mis experiencias continuarán con el exilio durante la dictadura y el regreso después de ocho años en otra tierra. Ver el triunfo de la verdad y de la ética frente al ansia de poder y de riqueza de los que mandan. A los 86 años pienso, mientras doy el acostumbrado paseo por mi querida placita Alberti de mi barrio de Belgrano, que debemos continuar la lucha para ver un triunfo final de la ética en la Historia.

Y veo que la lucha continúa con la reciente aparición de libro de Marcelo Valko, Desmonumentar a Roca, donde se detalla nuestra lucha para terminar con el mito del “héroe del desierto”, nada más que un despreciable genocida de los pueblos originarios. Otra posición de nuestra vida en busca final de la verdad y la igualdad para todos.

 

Bayer falleció el 25 de diciembre de 2018 a los 91 años.

A continuación la publicación de Página 12 por el fallecimiento de Bayer.

El historiador, escritor y periodista anarquista murió hoy al mediodía. La noticia fue anunciada en la página de Facebook oficial, desde donde despidieron a uno de los más reconocidos pensadores latinoamericanos, pluma de este diario y principal investigador de los sucesos de La Patagonia rebelde.

Murió el periodista e historiador Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más respetados que dio el país. Su revisionismo centrado en las luchas obreras y la represión de los trabajadores organizados marcaron un antes y un después en la interpretación de la historia argentina. La matanza de peones en su investigación sobre la Patagonia Trágica es, tal vez, su obra más conocida. Por esa y las demás investigaciones que dieron cuenta de la opresión encabezada por los sectores dominantes y las familias patricias argentinas, fue censurado, perseguido y amenazado. Debió exiliarse del país y fue uno de las voces que denunció en el extranjero la represión de Estado de la última dictadura cívico-militar. Al volver en la década del ’80 mantuvo firme sus convicciones. Publicó sus artículos en Página/12. Estuvo presente en cada reclamo obrero, campesino y de las comunidades originarias. La defensa de la ética y de los derechos humanos fueron su baluarte. Tenía 91 años. Su obra y su ejemplo no pierden vigencia.

 

La noticia del muerte de Bayer fue confirmada por su hija Ana a través de la cuenta de Facebook del escritor: “Una noticia muy triste, falleció mi papá”. También lo hizo en italiano y alemán (“Mein váter ist soeben gestorben” – Mi padre acaba de morir) para anoticiar a los vínculos que el autor de Los vengadores de la Patagonia trágica tuvo en esos países en los que pasó parte de su vida.

 

Anarquista, historiador, periodista. Osvaldo había nacido el 18 de febrero de 1927 en la provincia de Santa Fe. Estudio Historia en la Universidad de Hamburgo, en Alemania, y sus primeros artículos que marcaron lo que luego sería el perfil de su obra fueron publicados en Noticias Gráficas y en La Chispa, el periódico patagónico que él fundó en la década del ’50. Trabajó también en Clarín. Entre 1959 y 1962 fue titular del Sindicato de Prensa y en la actualidad era secretario honorario del Sindicato de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Sipreba).

 

Su militancia le valió la persecución de la Triple A, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, y en 1975 se exilió a Berlín.  Los anarquistas expropiadores, Severino de Giovani, el idealista de la violencia; Fútbol Argentino, rebeldía y esperanza fueron algunas de sus obras. También fue guionista de La Patagonia Rebelde, el film dirigido por Héctor Olivera que denunció la matanza de peones patagónicos.

 

En 2008 escribió el guion y libro cinematográfico del film publicado por Página/12, Awka Liwen, junto a Mariano Aiello y Kristina Hille, que da cuenta del despojo de las tierras a comunidades originarias y campesinas, y de la destrucción de la tierra. Por ello fue enjuiciado por la familia del ministro de Economía de la dictadura, José Martínez de Hoz, lo que luego motivó la realización del documental Martínez de Hoz.

 

En 1963 promovió en la ciudad bonaerense de Rauch una consulta popular para cambiar ese nombre del coronel prusiano por “Arbolito”, el nombre del ranquel que le había dado muerte. Por ello fue arrestado. La orden la dio el general Juan Enrique Rauch, ministro del Interior de la dictadura y bisnieto de Federico Rauch.

 

Además de la reivindicación de los derechos humanos y luchar por la condena de los genocidas de la última dictadura militar, otra lucha que se convirtió en una de las más emblemáticas fue la de pedir el traslado del Monumento a Roca, ubicado sobre Diagonal Sur, que homenajea al ex presidente argentino que comandó las matanzas de miles de comunidades indígenas en lo que la historia oficial conoce como “la conquista del desierto”. Bayer pidió que en vez de Roca se levante un monumento a la mujer originaria.

 

Por esta lucha, el Concejo Deliberante del partido bonaerense de Rojas, renombró en 2007 «Pueblos Originarios» a la ex calle Julio Argentino Roca. Lo pidieron alumnos de las escuelas locales basados en en sus investigaciones de Bayer. En la actualidad existen muchos proyectos similares.

 

En 1984 se le otorgó el Premio Konex, en 2003 la Universidad Nacional del Centro le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa por su trayectoria en el campo de los derechos humanos, la literatura y el periodismo. Recibió el mismo título en las universidades nacionales de Córdoba, (2009), Quilmes (2009), San Luis (2006), Del Sur (2007), Del Comahue (1999) y de San Juan (2011).

 

Debido a su estado de salud, asistió a la última movilización del 24 de Marzo en silla de ruedas. Había tenido algunos accidentes domésticos y achaques propios de la edad. Pero así y todo siempre fue incesante el desfile de estudiantes, escritores, periodistas y cualquier persona que se le ocurriera visitarlo, por su casa del barrio porteño de Belgrano, a la que su amigo, el escritor y periodista, Osvaldo Soriano, bautizó “El Tugurio”.

 

Es autor de los ensayos. Ensayos «Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia» (1970; «La Patagonia rebelde» (tomos I y II) (1972);»La Patagonia rebelde» (tomo III) (1974); «Los anarquistas expropiadores y

otros ensayos»(1975); «La Patagonia rebelde» (tomo IV)(1975); “Exilio». Ensayo. Osvaldo Bayer y Juan Gelman (1984);»Fútbol argentino» (1990);»Rebeldía y esperanza» (1993); «En camino al paraíso» (1999) Y la Novela “Rainer y Minou» (2001) . Varios de sus libros fueron llevados al cine y escribió guiones para diversos filmes.

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