Osvaldo Bayer lo apodó el “ángel exterminador”. En 1923 asesinó al teniente coronel Héctor Benigno Varela, responsable del fusilamiento de 1.500 peones rurales que protagonizaron uno de los hitos más importantes de la clase obrera en el país. Algunos hablan el 25 de enero de 1923, pero Bayer lo sitúa el 27 de ese mes.
Calle Fitz Roy n° 2461, barrio de Palermo. Kurt Gustav Wilckens espera que salga de su domicilio Héctor Benigno Varela -hombre de muchos apodos: el “sanguinario”, el “el fusilador de la Patagonia”-, responsable de la muerte de 1.500 peones rurales que buscaban mejores condiciones de vida y fueron liquidados por las fuerzas represivas. Cuando el militar cruce la puerta y camine unos metros, Wilckens, obrero alemán y anarquista, arrojará sobre él una bomba de percusión y lo rematará con cinco tiros de su arma Colt quitándole la vida. El militante resulta herido en los miembros inferiores y será atrapado por la policía.
“Yo he procedido en nombre de un ideal de humanidad, de un ideal grande y puro por el cual acepto gustoso el sacrificio”, proclamará en una nota para la revista Crítica, pocos días después.
A pesar de lo limitado del terrorismo individual como método de lucha, el atentado de 1923 expuso la herida abierta que había dejado la represión sin tregua del gobierno de Hipólito Yrigoyen -alentado por las grandes empresas extranjeras, organizaciones patronales y terratenientes- contra los trabajadores del sur.
Wilckens nació en Alemania el 3 de noviembre de 1886, de espíritu libertario pasó por EEUU donde entró en contacto con grupos anarquistas y participó de las huelgas de Arizona de 1916. Fue destinado a diversos centros de reclusos. En 1919 fue deportado a su país de origen y vino a Argentina al año siguiente, donde ejerció como corresponsal de dos periódicos anarquistas alemanes.
Si bien no había participado de las huelgas de 1920 a 1922, se sentía hermano de los caídos. Tenía 37 años cuando decidió tomar revancha. Meses después de ser apresado, el 15 de junio de 1923, Wilckens fue asesinado en la cárcel de Caseros por Jorge Ernesto Millán Temperley, miembro de la Liga Patriótica Argentina y ex Sargento de la policía de Santa Cruz. La FORA (Federación Obrera Regional Argentina), la USA (Unión Sindical Argentina) y distintos gremios llamaron al paro general. El 9 de noviembre de 1925 Millán Temperley murió tras la agresión de Esteban Lucich, el cual habría seguido las directivas del anarquista ruso Boris Wladimirovich.
A continuación, prólogo de La Patagonia rebelde, de Osvaldo Bayer. Este se titula “El ángel exterminador”.
(…) Ese hombre rubio no es pariente de ninguno de los fusilados, ni siquiera conoce la Patagonia ni ha recibido cinco centavos para matarlo. Se llama Kurt Gustav Wilckens. Es un anarquista alemán enemigo de la violencia. Pero que cree que ante la violencia de arriba, en casos extremos, la única respuesta debe ser la violencia. Y cumplirá con lo que cree un acto justiciero. Wilckens no vacila cuando queda frente a Varela y arroja la bomba al piso, es un explosivo de percusión, o de mano, de gran poder. Las esquirlas le dan de lleno en las piernas al sorprendido Varela pero también a Wilckens. Es en ese momento el anarquista comprende que no podrá huir, tiene rota una pierna.
Varela tiene las dos piernas quebradas y trata de desenvainar el sable. Wilckens se aproxima y saca un revólver Colt. Varela recibe en el pecho el primer balazo, el segundo balazo le rompe la yugular y Wilckens descarga el tambor entero, todos los impactos son mortales. El teniente coronel Varela ha muerto ejecutado. Su atacante está mal herido. La gente ya empieza a asomarse y a arremolinarse. Presintiendo lo peor, la esposa de Varela ha salido a la calle y la pobre ha visto a su marido muerto, así despenado en forma tan dramática.
Wilckens entrega sus armas de culata y dice en mal castellano:
—He vengado a mis hermanos. (…)
Fuentes:
La Patagonia Rebelde. Osvaldo Bayer
https://www.laizquierdadiario.com/Kurt-Gustav-Wilckens-el-vengador-de-la-Patagonia-tragica











