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HISTORIA. Guerrilleros en la Cárcel de Esquel durante la dictadura

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“Decían que eran guerrilleros, para mí no eran. Suponía el Ejército que podían andar en cosas raras, eran Silva, Marchi y Epechia. Los agarraron por guerrilleros, pero no les comprobaron nada. Para nosotros era gente de acá y los tratábamos bien. Hasta que vino la orden de trasladarlos a Buenos Aires. Llegó un camión de Gendarmería, ingresó de culata hasta adentro. Trajeron a los internos (Silva, Marchi y Epechia) esposados con las manos atrás. Cerraron con llave y adentro con un penitenciario y un Gendarme desarmados los dos. Atrás salimos nosotros armados hasta los dientes con patrullas del Ejército con ametralladoras. Un operativo terrible. Y yo pensaba para que tanto espamento para trasladar tres tipos. Llegamos al aeropuerto estaba lleno de ametralladoras. Hasta que llegó el avión del Servicio Penitenciario. Saltaron del avión, más serios que la gran puta. Abrieron las puertas del avión a bajaron a tres internos que traían para acá, vaya a saber de dónde. Debajo de un empujón los tres ¡Con los ojos vendados y esposados también! Vino uno de ellos a hablar con el jefe nuestro y “había que sacar a los tres guerrilleros de acá”. Ahí les vendaron los ojos y los esposaron a los tres juntos acollarados.

De un empujón los tiraron abajo, cayeron al piso y se dieron un tremendo golpe. ¡Pobres tipos!

Y en la puerta del avión otros empujones más ¡Terribles matones! Y te da bronca porque era un abuso con un pobre infeliz indefenso. A mí no me gustaban esas cosas, decía ¡qué abusamiento!. Pusieron en marcha el avión y se fueron.

Nosotros trajimos a los guerrilleros nuestros que bajaron del avión, eran tres chilenos. Me contaba uno de ellos que desde que subieron al avión venían “cobrando”.

-No va a creer –me decía- desde que salimos de aiá, nos han pegao todo el tiempo estos pacos, palmazos, puñetes y patadas. Resulta que uno de ellos les había hecho documentos falsos a los otros y cayeron por falsificación. Después los largaron, pero uno de ellos se comió como dos años.

La cuestión es que los guerrilleros cobraban a lo loco. De Silva, Marchi y el otro no se supo por qué los habían agarrado. No les encontraron nada, asique los largaron como a los cinco meses”.

Testimonio de Felipe Di Prinzio. Vecino de Esquel y ex Penitenciario.

De libro «Esquel Memorias y Testimonios de un Pueblo Centenario». Chele Diaz. Editorial Esquel S.A.

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