En agosto de 1940 la tranquilidad pueblerina del Esquel de entonces, se vio sacudida por un audaz asalto a mano armada que llevaron adelante dos personas encapuchadas, quienes sorprendieron a un trabajador de la histórica Casa Lahusen, en la esquina de Avenida Fontana y 9 de Julio. La víctima de atraco escapó con tan mala suerte que cayó en un pozo y se fracturó una pierna.
Tal como relata el Diario Esquel, el hecho se dio en circunstancias que el repartidor Araneda de la Casa Lahusen dejaba su trabajo y se disponía a abandonar el local, cuando dos individuos enmascarados le salieron al paso obligándolo a conversar en un lugar más oscuro. Ya a cubierto de la mirada de los sospechosos, los enmascarados lo intimidaron para que entregue el dinero que llevaba consigo, unos 120 pesos de la Casa Lahusen, su billetera personal, billetes de lotería y efectos personales.
Lo obligan a emprender una carrera
Una vez despojado del dinero, Araneda fue obligado por los audaces asaltantes a huir. Pero lo hizo con tal mala suerte que a los pocos instantes cayó en un pozo y se fracturó una pierna.
Recibe auxilio de los vecinos
Ante los pedidos de auxilio del herido, varios vecinos dieron cuenta a la policía, no animándose a hacerse presentes ellos mismos. El agente que concurrió al lugar del hecho, solicitó el auxilio de un médico practicándose al señor Araneda la primera cura de inmediato.
Sus declaraciones
El asaltado declaró que los enmascarados eran dos, uno alto con voz gruesa y otro más bajo. El más decidido era el alto, quien manejó el arma que intimidó a Araneda. La policía practicó averiguaciones para dar con los dos audaces asaltantes creyendo que de un momento a otro sería apresados.




